No era ni la tarde más fresca ni la que pintaba mejor y sin embargo Lega y yo nos fuimos ayer a El Escorial donde habíamos quedado con René que nos tenía que acercar unos pies de gato reparados. Aunque si va a la mejor escuela de bloque del país y no avisas a El Encargado no mereces volver a poner el pie en ella y nosotros como lo sabemos le dimos un toque a Davilo que vino acompañado por Sara y sus cachorros. Alea Jacta Est, la suerte ya estaba echada, sólo faltaba econtrar un buen plan y divertirnos. ¿Moscas? pues sorprendentemente no había muchas, tocó a una por cabeza. ¿Calor? eso está en la mente de los débiles, después de haber escalado este verano casi todos los días a más de 35ºC y habiendo llegado a 42ºC algunos días se estaba en la gloria bendita.
René en el "Filo de la Curva" donde estuvimos calentando tanto en esta línea como en las de sus cercanías. El Bosque de la Herrería y los alrededores empiezan a tomar coloraciones ocres puramente otoñales.
Lega en "Invertidoire" donde primero se llevó un buen cerillazo digno de Fosforera española S.A. pero rápidamente se recuperó y sacó la clase a pasear. Una vez calentamos bien los dedos surgió la idea de ir a probar una curva más hacia arriba "El Gato Hidráulico" así que hacia ahí fuimos. Una vez llegamos, lo típico, empezamos a monear que si que no, espera que Lega acabe de hablar por teléfono y mientras Davilo nos enseñó uno de esos muros altos llenos de coliflores de liquen y musgo donde tras una ecolimpieza habían abierto un bloque. Tras unos pegues en los que Davilo y yo sacamos los matices nos hacíamos con la línea llamada "La Escórial", no sin soltar yo dos cuidado, cuidado cuando estaba en la parte de arriba.
Davilo, con algo siempre en la boca, a mitad del bloque "La Escórial", digamos donde el punto de no retorno empieza a hacer honor a su nombre o el retorno se convertiría en arriesgado/doloroso. Y luego para finalizar, tuvimos Davilo, Lega y yo una reunión científica muy productiva donde se habló del panfleto completo y otras muchas gilipolleces. El Escorial me pone realmente, sin dudas.
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