Sábado tarde, una llamada y Diego ya vuelve a estar operativo después de unos meses de encadenar lesión tras lesión. Como Diego no estaba para muchas batallas épicas y quería moverse y escalar decidimos ir a El Ventorrillo, cerca de su casa, donde hay un bloque con unas 7 líneas y las combinaciones entre ellas que puedas imaginar, está subiendo a Navacerrada. Pues nada, llegué con mi inseparable fucking Cooper (así le llama mi hija Carlota) que se me ha comido una de mis preciosas sandalias que llevo siempre y Diego ya estaba ahí por lo que nos pusimos manos a la obra. Hicimos como siempre todas las líneas, menos el proyecto que creo que aun sigue siendo proyecto.
Cooper, este pequeño cabrón me vuelve loco pero me parto con él, ayer descubrió las vacas.
En una de las mejores líneas del bloque, la del filo, que no es dura tampoco es floja, en concreto es de las de estar todo el rato bien colocado y equilibrado.
Diego en la línea más dura del bloque sin contar el proyecto aun no escalado. Es quizás la línea que menos desploma, pero sin duda es en la que tienes que apretar más y es la más técnica. Sorprendentemente, no me acordaba de como la hice la otra vez que estuve aquí y llevaba 3 pegues cagándola hasta que Diego me recordó como la hice la otra vez. Una vez lo recordé, la hice de nuevo no sin apretar hasta las cejas.
Diego en otra de las líneas en la cual también tuvimos que darle un apretón serio. La verdad es que se estuvo muy bien, en cuanto a temperatura. Se escala a 1500m de altitud y tuvimos tiempo incluso de arreglar el mundo Diego y yo. Menos mal que ya ha dejado atrás estos 4 meses de mierda y ahora a partirlo de nuevo. Yo sólo pienso en como nos tratará el verano este año, el pasado no fue mal del todo así que a ver que nos ofrece este año la temporada de bloque veraniega. Seguimos on fire.
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