Marley se ha ido, nos ha dejado después de 15 años compartiendo todo, absolutamente todo. Quizás a la mayoría no os guste o no os interese esta entrada del blog porque no es de escalar pero es que este blog es un diario, es un cuaderno de bitácora donde a parte de bloques, zonas, historias y escaladas hay parte de mi vida y una parte muy importante ha sido Marley. Muchos de mis amigos y colegas con los que suelo escalar tienen perro o perros y por tanto sabrán como me siento. Me encantan los perros, todos los perros y muchos me habéis visto durante años con Marley por La Pedriza, El Escorial, Zarzalejo, Castillo de Bayuela, por todas partes como Han Solo y Chewbacca buscando fortuna por las galaxias.
Marley la primavera pasada en Castillo de Bayuela.
Han pasado dos días, tengo una sensación de vacío muy grande y por fin me atrevo a hablar aunque se me enrojezcan los ojos y se me salten las lágrimas otra vez. El pasado martes como cada mañana me levantaba a las 7:00h para sacar a pasear a mi buen amigo Marley y justo cuando estaba en el parque ya camino de casa empezó a hacer eses. Las patas ya no aguantaban sus 15 años, no tenía casi masa muscular y desde hacía tiempo se le notaban todos los huesos. Se desplomó en la hierba y lo cogí en brazos y me lo llevé a casa, una parte de mi pensaba que había llegado su hora y quería que se fuera sin sufrir. Otra parte de mi no quería que se fuera, quería que se quedara siempre conmigo. Al entrar en casa, lo tumbé en una manta porque ya no se sostenía y respiraba de forma agitada. Me miraba con sus ojos velados por unas grandes cataratas y yo le aguantaba la cabeza acariciándolo mientras lloraba sin parar. En ese momento bajaban Marta y las niñas para ir al colegio y el espectáculo fue duro pero a la vez tierno e increíble. Parecía que había estado esperando toda la noche para despedirse de nosotros ya que nos fue mirando uno a por uno hasta que dejó de respirar.
La verdad es que estaba muy mal, hacía un año que no lo llevaba conmigo a escalar ya que la última vez casi lo mato andando de un bloque a otro. El pobre estaba casi ciego y muy sordo, se desorientaba y estaba muy fastidiado en la articulaciones. Por decir que ya no podía ni subir escaleras, ni siquiera las de casa.
Esa mañana estábamos los dos juntos, como siempre desde que lo cogí con un mes en Esparraguera, un pequeño pueblo en la falda de Montserrat, como cuando hicimos todas las mudanzas, como cuando fuimos a vivir a USA, como cuando volvimos y nos instalamos en Toledo. Él tumbado en el suelo con la cabeza sobre mi, respirando con dificultad, con espasmos y yo intentaba tranquilizarlo acariciándole la cabeza. Así hasta que se fue, con la misma dignidad que siempre había mostrado.
Marley me ha acompañado a escalar a muchos sitios e infinidad de veces, creo que era un perro muy querido por todos los amigos con los que he escalado y han coincidido con él, pero ante todo era mi amigo, no mi perro, era mi amigo, mi compañero, uno más de la familia. No voy a contar ni sus virtudes ni sus defectos porque los que habéis compartido una jornada con nosotros lo habréis visto enseguida. Era transparente como yo, lo que se ve es lo que hay.
Yo mismo lo llevé al veterinario, ya muerto, para incinerarlo.
En estos momento siento un gran vacío en mi interior, llevo dos días que mire donde mire noto que no está. Entro en casa y no viene a recibirme, me hago la comida al llegar del trabajo y no está a mi lado pidiendo o esperando a ver si le caía algo, el hueco de la cocina donde estaba su comida y bebida ahora es enorme, no hay pelos por el suelo ni le oigo roncar mientras miramos la TV. Y así podría estar horas relatando todo lo que me recuerda a él.
Yo sabía que este año era su último año, nadie mejor que su compañero de fatigas sabe estas cosas porque yo lo veía en el día a día. Sin embargo, no quiero, me resisto a que no esté, me resisto a dejar de pensar en él ya que hemos compartido demasiado.
Marley en La Pedriza.
Tengo infinidad de recuerdos e historias con las cuales podría aburrir a los que leáis esto, me la ha liado parda muchas veces como yo se la he liado a él. Recuerdo un día en Cancho Islazo, La Pedriza, celebrando el cumpleaños de Lega con más gente que nos subimos al coche después de litros de vino, cerveza y algún que otro socotroco de la risa nos montábamos en el coche algo perjudicados de noche ya tras despedirnos de todos y al llegar a la barrera del parque para ir hacia Toledo le pregunté a Lega: ¿He metido a Marley en el maletero? Resulta que se había ido al río a beber agua y nosotros nos subimos al coche con nuestra empanada. Cuando volví al aparcamiento estaba sentado mirando a todas partes, de noche, solo, sin coches como pensando ¿Y ese par de cabrones?
O la que me lió al llegar al aeropuerto de Barcelona al volver del año que vivimos en USA, justo cuando cogí la jaula y me vio se puso a ladrar después de 14h de avión, le abrí la puerta para tranquilizarlo, me arrasó y se puso a a correr por la terminal con la Guardia Civil gritándome que cogiera al perro y yo contestando que ojalá pudiera.
Lo que digo, infinidad de historias, tantas que podría escribir un libro.
Marley en una de sus muchas jornadas en El Escorial.
Ahora mismo, ya lo he dicho, la tristeza me está creando una ansiedad difícil de digerir aunque sé que con el tiempo se me pasará. Lo único que quiero, y así se lo he dicho a las niñas, es no traicionar su memoria y no olvidarle nunca.
Se me ha ido una parte importante de mi vida y la tristeza que siento es el resultado, la evolución del cariño y amor que he profesado hacia Marley.
Esta foto es de la primavera pasada en Zarzalejo, Marley mirando el horizonte en libertad, no podía correr mucho pero disfrutaba infinitamente con nuestras salidas.
Así pues, este es mi pequeño tributo a un gran amigo y compañero fiel que ha sido una parte irreemplazable de mi vida. Lo mínimo que puedo hacer puesto que él ha formado también parte de este blog y sus escaladas.
Así pues, este es mi pequeño tributo a un gran amigo y compañero fiel que ha sido una parte irreemplazable de mi vida. Lo mínimo que puedo hacer puesto que él ha formado también parte de este blog y sus escaladas.
Adeu amic, fins sempre, jo no t'oblidaré mai. El forat que has deixat en mi no el podrà omplir res.