Hasta ahora habíamos tenido medio suerte con las temperaturas, quiero decir que habíamos pillado calor pero no demasiado, insectos pero no demasiados, tormentas ocasionales, fresco a ratos pero después de este fin de semana puedo asegurar de forma asertiva que el infierno ya está aquí. No fue hasta la mañana del viernes cuando Ula y yo decidimos que iríamos a Tamajón, simplemente porque pensamos que es donde al menos se podría escalar algo. Por escalar, se puede hacerlo en casi todos lados de noche pero yo me levanto cada día a las 6:45h y en el mejor de los casos siempre duermo mal por culpa de la hijaputa de la vértebra. Por tanto, para mi la escalada nocturna no es opción, mis biorritmos y ojos funcionan mal de noche para escalar.
Esa misma tarde de viernes me llamó Luisito Canijo para conocer nuestros planes, yo se los comuniqué y él me dijo que vendría el sábado por la mañana acompañado de Álex Secre para escalar con nosotros. Ese mismo día, mientras desayunábamos no me esperaba que escalaría tanto y es que como decía antes, se medio dejó todo el día y acabamos muertos. Unos más que otros, Luisito no me escuchaba cuando le decía que todavía podíamos escalar unas cuantas líneas más y él sólo quería volverse a casa ya por la tarde a morir con dignidad.
Luisito seguía poniendo toda la carne en el asador y esta vez le tocaba el turno a "Elías Parda". Llevábamos escaladas 8 líneas y los pegues que dejamos en otras 4 líneas ya más duras. El calor era soportable en la sombra pero a la vez no permitía, al menos a nosotros, pegues intensos a bloques más duros por mucho que lo intentáramos. A eso de las 15 h nos escondimos un poco y descansamos un rato hasta que el cielo se nubló y nos movimos a otro sector a escalar donde ya pasamos la tarde escalando, otras 4 líneas más, y pegues a discreción en otras. A Luisito le empezó a entrar el cansancio y pidió tiempo muerto que al rato se convirtió en final de partido a eso de las 19:30 h. Ellos se fueron, nosotros nos quedamos y pasamos un atardecer tranquilamente disfrutando del viento y el cielo nublado.
A la mañana siguiente, ya el domingo, sólo estábamos Ula y yo y nos fuimos al sector que alberga "El Método" donde por culpa del agua, chupones de hielo y barro no pudimos escalar en todo el invierno y la primavera. Lo que si es cierto es que el domingo era otro día completamente diferente sin viento, sin nubes y con la torratera típica de la zona centro matándonos a calor. Definitivamente, el infierno veraniego ya ha llegado para quedarse.
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