Ayer tarde hablando con Dani, de Toledo, me comentó si me apetecía ir a escalar al Alto del Telégrafo en Navacerrada y como que me apeteció ya que por lo menos hacía 5 años que no escalaba ahí. recordaba haber pasado frío incluso en verano, así que rápidamente acepté la invitación.
Tras una corta pero fatigosa subida nos hemos acercado subiendo por las pistas de esquí de la estación hasta el Alto del Telégrafo. La temperatura, aun siendo calurosa, dejaba entrever fresco a la sombra, por lo que hemos puesto la directa y nos hemos acercado a El Meño.
Bajando hacia pie de vía observando el principal muro desplomado con su fisura característica en medio. Primero hemos empezado en la siempre tonta "Santa" que nos ha puesto en claro nuestro nivel moviéndonos sobre los pies. Luego hemos seguido ya con una vía más dura que se llama "Isincreíble" y que tiene un paso de bloque a la mitad. Muy bonita y con un apretón en el cual te debes colocar muy bien.
Dani chapando antes del paso de bloque de "Isincreíble", cada uno a su manera hemos encontrado la forma de pasar. Ahí hemos coincidido con Javichu y su amigo Camel y hemos compartido información, comentarios y coñas. He tenido que tirar incluso en momentos puntuales de sudadera ¡Qué placer!
Camel en el bonito final de una larga vía de la cual desconozco el nombre pero que es entretenida a más no poder. Y unos pegues por aquí, unas vías por allá, cuarto y mitad de buen rollo y hemos superado otra tarde más del agobiante verano de la zona centro a 2000m de altitud y con un fresco que ya no recordaba.
Los últimos rayos de sol aun azotaban aun a los Emburriaderos a la izquierda y Peña Pintada a la derecha ocultando a la gran urbe y su nube perenne de polución.
Y ya por último un atardecer arriba en el alto bajando de camino al coche en el que la Sierra de Guadarrama nos ha obsequiado con todo su esplendor. De camino a casa pensando en como iba a arrancar mi coche, el Halcón Milenario, el cual había dejado aparcado en el aparcamientop del rocódromo de Toledo (meeting point) echando humo y con un ruído a lo Fukushima para montarnos en el de Dani. He recogido el coche a la vuelta, entre risas, y he hecho los 4 km hasta casa con un ruído inquietante, sin aire acondicionado, con la dirección asisitida sin asisitir y echando cortina de humo.
He llegado pero el pronóstico no es demasiado alentador.
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